De alternativas, heterodoxias, y otras disidencias.

miércoles, 23 de diciembre de 2009

AGORAfilia y AGORAfobia (8): La dudosa santidad de Cirilo de Alejandría

No voy a ser yo quien acuse a Cirilo de Alejandría de la horrible muerte de Hipatia: ya lo ha hecho Amenábar en su película, interpretando –por esta vez, con bastante fidelidad- las principales fuentes documentales que conservamos. Me limitaré a aportar algunas perspectivas para ayudar a trazar el perfil de un personaje que, aunque es titular de una plaza en el santoral, como un santo pastor entre las ovejas cristianas… también ha de tener su segunda vivienda en el infierno, cabrón entre cabrones, pues fue una pesadilla para muchos, algunos de los cuales, para más inri, eran tan cristianos como él.

Para empezar, quisiera mostrar el marcado contraste entre este “santo padre” –así considerado por las iglesias Católica, Ortodoxa y Copta- y un contemporáneo suyo que ya nos es familiar: Sinesio de Cirene. Ambos nacieron más o menos en la misma fecha, 370, y ambos ejercieron de “supervisores” –eso significa literalmente episcopos, obispo-, el uno en Alejandría y el otro en la Ptolemaida. Pero aquí terminan las semejanzas, pues mientras Sinesio fue, como sabemos –porque él, en su carta 105, se encargó bien de que lo supiésemos- un obispo casado y padre de tres hijos, Cirilo estaba soltero y sin hijos -que sepamos-, aunque ello no fuese obstáculo para convertirse en “padre” de la Iglesia…

Sinesio es alumno de Hipatia, y le es fiel, como hemos visto (carta 124), más allá de la muerte…mientras que Cirilo no sólo no asiste a las clases de Hipatia –a las que, como sabemos, asistían muchos cristianos cultos y poderosos- sino que, por los hechos, parece que la odiaba a muerte…

Mientras que Sinesio rechaza en principio el cargo de obispo –que, sin embargo, le ofrecían por aclamación-, Cirilo sucede a Teófilo en Alejandría de un modo un tanto dudoso y conflictivo: según Sócrates Escolástico, fue causa de todo un motín en Alejandría, pues se hizo con el poder contra la opinión de muchos, que preferían al archidiácono Timoteo. Al aceptar el cargo, Sinesio deja bien claro –carta 105- que no va a renunciar a sus ideas filosóficas platónicas, aunque contradigan la ortodoxia; por el contrario, Cirilo ejercerá implacable –y hasta con saña- de paladín de la ortodoxia y martillo de herejes -véanse, si se tiene tiempo y humor, los 10 tomos que ocupa su obra en la Patrología Griega de Migne (68 a 77), gran parte de los cuales está dedicada a combatir la herejía de Nestorio-.

Precisamente, una de las heterodoxas concepciones de Sinesio había sido la de un Espíritu Santo en femenino: Espiración Santa –traducción literal de Hagía Pnoía-, a la cual llama “madre” y “la que dio a luz a la raíz oculta” (Himno 2), tal vez haciéndose eco de la corriente gnóstica que estaba intentando reubicar a la ancestral Diosa Madre en un panteón –ahora desierto y patriarcal- del que había sido desalojada.

Muy distinto fue el empeño de Cirilo de imponer una extraña concepción ginecológica que salvaguardase la consustancialidad del Padre y del Hijo, a saber: que María, por si no tenía poco misterio con ser Virgen, también era Theotokos, Madre de Dios. Lo cual, por un lado, no quiere decir que sea el origen de Dios –pues Dios es anterior a ella-, y por otro, nada tiene que ver con la Diosa Madre. Clarísimo… ¿no?

Sea como fuere, la idea triunfó y sirvió para machacar a Nestorio en el concilio de Éfeso, en 431. Merece la pena detenerse a echar un vistazo a ese concilio…tan poco conciliador -¿lo ha sido alguno?- que se ha llamado ecuménico -lit. “para todo el mundo habitado”-, cuando lo cierto es que fue una reunión bastante provinciana, amañada y monocolor. Decía Gregorio Nacianceno en 382 “que no ha visto que ningún concilio tenga éxito ni que remedie los males, al contrario, que los aumenta”. La cita es de José María Blázquez Martínez, catedrático emérito de Historia Antigua en la Universidad Complutense y académico numerario de la Real Academia de la Historia. De la mano de tan erudita y prestigiosa autoridad, cerraremos este perfil de Cirilo de Alejandría. Tal vez responsable del horrible asesinato de Hipatia, perseguidor de paganos, judíos y cristianos heterodoxos, al conseguir el nombramiento como patriarca de Alejandría,

“la primera medida que tomó Cirilo fue cerrar las iglesias de los novacianos, y apoderarse de todos los objetos sagrados que guardaban, y quitó al obispo novaciano Teopompo todo lo que poseía. Había motivos de lucro en cerrar las iglesias de los contrarios, no razones de fe, es decir, avaricia”[1].

Pero no acaba aquí la cosa:

“Los sobornos del patriarca de Alejandría, Cirilo (370/444), es el caso conocido más descarado y cínico de sobornos. Llegó a sobornar, no sólo a la corte imperial de Constantinopla, sino hasta al mismo emperador (…)

Realmente, lo que sucedía en tiempos de los Concilios de Éfeso y de Calcedonia (451) fue una feroz lucha por el poder entre las Iglesias de Alejandría y de Constantinopla, como muy bien afirmó Gregorio Nacianceno en el texto mencionado. Se luchaba en los Concilios por el poder. Por ambiciones desmesuradas, Teófilo de Alejandría y su sobrino Cirilo, lucharon duramente para que Juan Crisóstomo y Nestorio fueran depuestos de las sedes de la capital del Imperio bizantino, y lo consiguieron sobornando a los emperadores y a la corte. Con sobornos se compraba a los emperadores, que constituían la más elevada autoridad dentro de la Iglesia, cuya decisión era definitiva”[2].

Con santos así… para qué queremos diablos…



[2] BLAZQUEZ, J.M., “El soborno en la Iglesia Antigua”; en: G. Bravo - R. González Salinero (eds.), La corrupción en el mundo romano, Madrid, Signifer, 2008, 249-263


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Filósofo, poeta, y antropólogo un tanto misántropo