De alternativas, heterodoxias, y otras disidencias.

jueves, 5 de noviembre de 2009

AGORAfilia y AGORAfobia (1): reflexiones en torno al polémico film de Alejandro Amenábar

No sé si Amenábar estará haciendo suya aquella expresión del Quijote “ladran, luego cabalgamos”, pero lo cierto es que el éxito taquillero y la encendida polémica que ha suscitado muestran a las claras que el autor no sólo cabalga, sino que galopa sobre los lomos de su nueva –y en muchos sentidos excelente- película ÁGORA. He oído y leído comentarios para casi todos los gustos, que oscilan entre la encendida defensa del supuesto mensaje anticristiano y procientífico de la misma, hasta el escándalo por la malintencionada manipulación de los datos históricos para ensañarse con la Iglesia naciente. Algunos dicen que el planteamiento le ha salido un tanto maniqueo, ya se sabe: buenos y malos, blanco y negro (en las vestiduras), paganos y cristianos, científicos y fanáticos…
En mi opinión, el maniqueísmo está más bien en los ojos del espectador de turno, que en este país, por desgracia, tiende a simplificar los contrastes en exceso. La película, ciertamente, alimenta algunos tópicos, pero son los tópicos ya bien cebados del espectador los que manipulan su mensaje y arriman el ascua a su sardina. Lo cual, por cierto, es inevitable, sobre todo cuando la película tiene pretensiones documentalistas…
La primera cuestión que hay que dejar clara es que ni la historia ni ninguna otra ciencia pueden hablar de los hechos tal como son o como fueron, pues, como dice el Talmud, “no vemos las cosas tal como son, sino tal como somos”. Hace ya tiempo que la crítica epistemológica de las diferentes disciplinas científicas nos ha hecho desistir de la pretensión de objetividad. Como decía Feyerabend, el anarquista epistemológico, “para la ciencia, los hechos son hechos” , aclarando que el primer “hechos” es sustantivo, mientras que el segundo es participio; es decir, que la ciencia fabrica o construye sus propios hechos. Por lo tanto, por muy “seria”, “objetiva”, “imparcial” o “documentada” que se presente una investigación, siempre lleva la firma del autor, su perspectiva. Y lo que hace el asunto mucho más complicado y babélico, aunque también más enriquecedor, es que cada lector, estudiante o espectador que accede a esa investigación, también la hace suya, también construye su propia interpretación. Si añadimos que, en el caso que nos ocupa, no se trata propiamente de una investigación -aunque es evidente que Amenábar la ha llevado a cabo y con rigor- sino de una recreación artística -por muy documentalista que se presente-, las licencias en la versión y la interpretación son tantas como el autor se haya querido permitir. Y en el caso del espectador, me atrevería a decir que casi otro tanto.
Toda verdad es, pues, poliédrica, y mi pretensión no es otra que mostrar algunas otras caras de esta atrayente historia que, en mi opinión, han quedado ocultas tanto por el brillo deslumbrante de esta superproducción como por los ladridos de la crítica.

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Datos personales

Filósofo, poeta, y antropólogo un tanto misántropo