De alternativas, heterodoxias, y otras disidencias.

martes, 10 de noviembre de 2009

AGORAfilia y AGORAfobia (2): la muerte de Hipatia, conflicto entre cristianos

Entre mis alumnos de Filosofía de 1º y 2º de bachillerato que han visto la película ÁGORA, la opinión mayoritaria, al preguntarles sobre el tema de la misma, es que se trata de un conflicto entre paganos y cristianos, por un lado, y entre ciencia y religión, por otro. Los que más afinan, tal vez haciéndose eco de algún comentario que han oído, hablan de un conflicto entre razón y fe. Sin ir más lejos, mi propio compañero de departamento, cuando le han preguntado en sus clases sobre el tema, ha dado una respuesta en los mismos términos: en la película se expresa claramente el conflicto entre razón y fe.

Disiento de ambas percepciones, pues creo que no se trata ni de lo uno ni de lo otro, aunque hay que decir que la película carga las tintas en ambos sentidos. Mi doble tesis es que, por un lado, más que un conflicto entre paganos y cristianos se trataba de un conflicto entre diferentes grupos de cristianos; y, por otro lado, más que un conflicto ideológico entre ciencia y religión, o entre razón y fe, se trataba de un conflicto político entre diferentes facciones en lucha por el poder. Para apoyar mi argumentación, además de las fuentes coetáneas más importantes –fundamentalmente Sócrates Escolástico y Sinesio de Cirene-, me baso en la investigación que estimo más exhaustiva y reveladora, la de María Dzielska, en su excelente ensayo de 1995 Hipatia de Alejandría[1], todavía, en mi opinión, no superado, a pesar de la avalancha actual en nuestro país de nuevas (¿?) publicaciones sobre Hipatia, a raíz del interés suscitado por la película de Amenábar. De hecho, hago mías las tesis de Dzielska, a las que aporto algunos datos y enfoques que creo que han sido desestimados hasta ahora.

Para apoyar la tesis de que se trata de un conflicto entre diferentes grupos de cristianos, examinemos los datos que nos han llegado sobre la relación de Hipatia con los cristianos, por un lado, y con las prácticas paganas, por otro. Si resumimos la información que Dzielkska obtiene magistralmente de la lectura de las cartas de Sinesio de Cirene, podemos elaborar la siguiente relación de discípulos de Hipatia cuyo nombre conocemos:

El “feliz corrillo que disfruta de su divina voz” (Sinesio, carta 5):

Ø Herculiano, el amigo más íntimo de Sinesio, al que dedica 10 cartas (137-146)

Ø Ciro, hermano de Herculiano; probablemente, Flavio Tauro Seleuco Ciro, Ciro de Panópolis, obispo de Cotieo en Frigia.

Ø Olimpio, “sin duda alguna cristiano” (DZIELSKA 2006:44-45); Sinesio le dedica 8 cartas

Ø Isión, compañero de Sinesio, Herculiano y Olimpio

Ø Siro, que lleva las cartas de Sinesio a Olimpio

Ø Pedro, que entrega una carta de Sinesio a Hipatia (la 133); su nombre “indica sin duda que es cristiano” (DZIELSKA 2006:48)

Ø Hesiquio, tal vez libiarca, es decir, sacerdote principal de la provincia de Pentápolis hacia 400, según D. Roques (en DZIELSKA 2006:136 –nota 69-)

Ø Euoptio, hermano de Sinesio; su sucesor como obispo de Cirene.

Ø Teotecno, a quien Sinesio denomina “santísimo padre” (carta 5); sacerdote alejandrino según el editor de las cartas Francisco Antonio García Romero (1995:41 –nota 87-)

Ø Atanasio, probablemente un sofista alejandrino

Ø Teodosio, alejandrino y “gramático de primer orden” (carta 5)

Ø Gayo nombrado por Sinesio como “miembro de nuestra familia” (carta 5), se entiende que del círculo de Hipatia

Ø Isidoro, tal vez el presbítero y abad del monasterio de Pelusio (DZIELSKA 2006:55-56)

Oyentes de las conferencias de Hipatia para un público más amplio mencionadas por Damascio:

Ø Orestes, prefecto imperial de Alejandría en 412-415, cristiano antes de su nombramiento como gobernador de Egipto (DZIELSKA 2006:52)

Ø Simplicio, tal vez comandante en jefe del Oriente en 396-398

Ø Pentadio, prefecto imperial de Egipto en 403-404

Ø Heliodoro, retórico y abogado en la corte del prefecto imperial de Egipto

Ø Amonio, curialis o concejal alejandrino

Si contamos a Sinesio, de los 14 nombres que componen el círculo más cercano a Hipatia, probablemente 8 –en negrita- fuesen cristianos, 6 de los cuales ostentan cargos eclesiásticos; a lo cual hay que añadir que entre los 5 nombres de personas con cargos importantes en el imperio, hay uno –Orestes, buen amigo de Hipatia- que también es cristiano.

Tal circunstancia es lo que lleva a decir a María Dzielska que “en torno a la «última pagana», «mártir helena» y «víctima del terrible fanatismo cristiano» (según la describen algunos de los creadores de la leyenda moderna) se reúnen cristianos, simpatizantes paganos y futuros conversos.” Y unas líneas más abajo: “ninguna fuente da a entender que, bajo la influencia de esta «pagana recalcitrante», alguno de sus alumnos sea arrastrado a la apostasía o que, perturbado por sus opiniones anticristianas, quiera acabar con su persona y sus enseñanzas” (DZIELSKA 2006:58)

En cuanto a su relación con el paganismo, cabe preguntarse por qué no tenemos noticia de que Hipatia haya participado activamente en la defensa del Serapeo cuando se llevó a cabo su destrucción en 391 –que, por cierto, no supuso otra cosa que dar cumplimiento al edicto que en junio de ese mismo año promulgó el emperador Teodosio prohibiendo las prácticas paganas-. Si lo hubiera hecho, tendríamos noticias de ello, como las tenemos de la activa participación del filósofo neoplatónico Olimpio, o de los gramáticos Amonio y Heladio. Tal vez haya que concluir con Dzielska que “Hipatia no se siente atraída por el politeísmo griego ni por los cultos locales (…) No se siente obligada a apoyar su platonismo con prácticas teúrgicas ni con rituales, adivinación o magia; tampoco hay sitio, en el trascendentalismo que profesa, para el servicio a un dios con cabeza de babuino”. (DZIELSKA 2006: 95-96). De ello, no obstante, no se sigue que Hipatia fuese atea o que su interés por la ciencia le mantuviese al margen de toda espiritualidad; más bien lo contrario, pues, como veremos muy pronto, Sinesio no es en absoluto retórico cuando se refiere a Hipatia como “la muy venerable filósofa, la predilecta de la divinidad” (Carta 5).

Según estos datos, Hipatia está más cerca de los cristianos –al menos de aquellos cultivados en la paideia griega- que de los paganos. Hipatia, desde luego, está del lado de Orestes y no debemos olvidar, como nos avisa Dzielska, que “después de todo, el mismo Orestes es cristiano y representante de un Estado cristiano” (DZIELSKA 2006:102). Ahora bien, tampoco debemos pasar por alto el hecho de que “Hipatia no es ni popular ni célebre entre el pueblo bajo de Alejandría” (Ibíd.:103). Más bien todo lo contrario, “el feliz corrillo que disfruta de su divina voz” es una élite aristocrática que no tiene interés alguno en compartir sus enseñanzas con las masas; en este sentido, Sinesio dirá –siendo ya obispo- que “explicar la filosofía a la plebe sólo conduce a despertar entre los hombres un gran desprecio por las cosas divinas” (Carta 143)

Será precisamente esta baza la que va a jugar el obispo Cirilo en su enfrentamiento con Orestes: arengar a las masas, que no tienen a Hipatia y a los suyos en mucha estima, con el bulo de que, aunque tenga amigos cristianos, Hipatia es una peligrosa bruja practicante de la magia negra, acusación que provoca pánico entre la plebe. Se trata además de un delito penado con el castigo más severo en el imperio cristiano, como, por desgracia, pudo comprobar nuestro compatriota y buen cristiano Prisciliano pocos años antes, en 385, cuando fue decapitado en Tréveris acusado de maleficium: idéntica estrategia de difamación, parecido conflicto entre cristianos.

De un lado, pues, está Hipatia con Orestes y los cristianos cultos y moderados. Del otro está Cirilo con las masas de alejandrinos, famosos en la Antigüedad por su carácter levantisco, y con sus parabolanos, “la mayoría ignorantes y sin educación, pero obedientes a sus jefes eclesiásticos, exaltados y propensos a la manipulación” (DZIELSKA 2006:209), que al parecer son los encargados de ejecutar el sádico linchamiento de la venerable filósofa que hará lamentarse a su contemporáneo, el historiador cristiano Sócrates Escolástico: “Seguramente nada puede estar más lejos del espíritu de la cristiandad que el consentimiento de masacres, luchas y asuntos de esta clase” (Historia Eclesiástica 7.15)



[1] Cito de la 2ª edición en castellano del 2006 en Siruela.

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Filósofo, poeta, y antropólogo un tanto misántropo